El ajedrez ripense está de enhorabuena. Nicolás Vioque González ha logrado el prestigioso título de Maestro FIDE, un reconocimiento internacional que premia no solo el talento, sino también años de esfuerzo, sacrificio y una inquebrantable pasión por el tablero.

Tras casi ocho años de dedicación constante, cientos de partidas, viajes interminables para competir en torneos, emociones intensas y momentos de incertidumbre, Nico ha alcanzado un hito que no solo marca su carrera personal, sino que eleva al Club Ajedrez Rivas a una nueva dimensión histórica: es el primer jugador del club en conseguir un título de maestro, del que se tenga constancia.

A pesar de las dudas, las frustraciones y el desgaste de un camino lleno de obstáculos, Nico nunca dejó de luchar. Lo suyo no ha sido un golpe de suerte, sino la consecuencia natural de una trayectoria sólida: cuarto de España en rápidas, sexto en ritmo estándar, tercer sub-18 en el Campeonato de España, y victorias memorables como la que logró, junto a su compañero Joel Tenorio, ante el mismísimo Alexei Shirov, mejor español en el Campeonato Nacional de Rápidas Absolutas.
Además, ha acumulado innumerables premios en torneos nacionales, rozando incluso su primera norma de Maestro Internacional. Todo esto demuestra que el talento de Nico venía avisando desde hace tiempo. Hoy, ese talento se viste de título.

Pero este logro no es solo personal: también es colectivo. El Club Ajedrez Rivas ha sido un pilar fundamental en su desarrollo, y jugar en las primeras categorías de las ligas madrileñas ha sido clave para llevar su nivel competitivo al límite. Sin ese entorno, este sueño habría sido aún más difícil.

Nicolás no solo ha alcanzado una cima: ha abierto un camino. Es un referente para los jóvenes del club, que ahora saben que, con esfuerzo y pasión, los sueños más ambiciosos son posibles.
Como él mismo demuestra, este título no es un final, sino un punto de partida hacia metas aún desconocidas.

A todos los que aman este deporte: no dejéis de luchar por vuestros sueños. Porque, como Nico, con constancia, humildad y amor por el ajedrez, todo es posible.